Al contrario de lo que siguen pensando muchas personas, el papel del profesorado en la teleformación sigue siendo necesario y fundamental. Sin embargo, al eliminar el “cara a cara” cambian las formas de actuación, puesto que la clave del aprendizaje se centra en el alumnado y no en el profesor.
La labor docente en e-learning está centrada principalmente en la guía, asistencia y apoyo al alumnado para evitar el abandono de los mismos por el sentimiento de soledad que este tipo de formación puede ocasionar.
Las funciones del tutor son cinco:
- Función académica: Informar, aclarar y explicar los contenidos; controlar el progreso de cada participante y revisar las actividades realizadas; informar a los alumnos de los resultados obtenidos de manera individual y asegurarse de que el alumnado logra los objetivos planteados.
- Función social: Acoger a todas las personas que participan en el curso con la información de base; facilitar la creación de grupos de trabajo, estimulando e integrando las intervenciones y facilitar la creación de un entorno positivo.
- Función organizativa: Planificar e informar de las fechas clave, de las normas de funcionamiento y mantener un contacto con el órgano gestor y con la coordinación, haciéndole llegar lo más rápido posible los problemas detectados.
- Función orientadora: Asesorar sobre el estudio en red; velar por un ritmo de trabajo adecuado; motivar al grupo y aconsejar a cada participante del desarrollo de las actividades y seguimiento del curso.
- Función técnica: Conocer la plataforma; saber solventar los problemas técnicos con los que los alumnos se puedan encontrar y dar consejos y apoyos técnicos.
En un mundo con una tecnología tan cambiante, la idea es aproximar la formación en entornos virtuales a la información y forma de comunicación actual.